El agua es el principal
componente del organismo, constituye más de la mitad del peso del cuerpo y es
esencial para el mantenimiento de la buena salud.
Su ingesta proviene de tres
fuentes: a) los líquidos que consumimos (agua, bebidas, infusiones); b) el agua
que poseen de los alimentos y c) el agua que el cuerpo produce durante el
metabolismo.
El agua del organismo se
pierde por la orina, la materia fecal y, en menor medida, la sudoración y la
respiración. La pérdida es mayor cuando hace mucho calor, al realizar
ejercicio físico, si se presenta fiebre, diarrea o vómitos.
La sed es una señal tardía de
falta de líquido, por lo que no se debe esperar a estar sediento para hidratarse.
La deshidratación se asocia con riesgos para la salud: mayor predisposición a
infecciones urinarias, cálculos en los riñones, constipación, entre otras
complicaciones. Los síntomas que se perciben son: la orina en pequeñas
cantidades y oscura, la boca reseca, sensación de sueño o fatiga, sed extrema,
dolor de cabeza, confusión, vértigo o mareo.
Los grupos de mayor riesgo son
embarazadas, lactantes, niños y adultos mayores.
Ahora que comienza el verano y las altas
temperaturas es importante prevenir la deshidratación.
¿Cómo podemos hacerlo?
- Se recomienda una ingesta de líquidos mayor a 2 L/día (8 vasos).
- Es preferible el consumo de agua a otras bebidas, como jugos, gaseosas, infusiones. La mitad de lo que se toma debe ser agua.
- No contar como bebidas las que aportan alcohol ni cafeina.
- Aumente el consumo de agua cuando realiza actividad física.
- Coloque el agua en una botella para saber cuanto líquido va consumiendo durante todo el día.
- Comience y termine el día tomando un vaso de agua.
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